“De haber sabido que iba a vivir tanto tiempo, me hubiera cuidado más”
Eubie Blake al cumplir los 100 años (Kirkwood, 2000. pp:77)
Libro Blanco de la Nutrición en España. FEN-AESAN, 2013
Como todos sabemos la alimentación es uno de los principales determinantes de la salud del ser humano y el factor extrínseco más importante para su desarrollo. Los hábitos alimentarios se adquieren en la primera infancia, por lo que es importante comenzar a educar esos comportamientos desde el primer año de vida, ya que una alimentación deficiente va a tener consecuencias negativas, no sólo para la salud del niño (pudiendo producir un retraso del crecimiento y del desarrollo), sino que también puede condicionar su salud en la edad adulta, aumentando el riesgo de desarrollar problemas crónicos como la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2, hipertensión, cardiopatía isquémica o cáncer.
La edad pediátrica es el momento en que la aplicación de cualquier medida dirigida a evitar errores o hábitos nocivos para la salud es más eficaz. En primer lugar, porque la infancia es un periodo de tiempo especialmente vulnerable a la acción nociva de las carencias, excesos o errores en la alimentación, y en segundo lugar, porque este periodo es una etapa clave en el aprendizaje y adquisición de los hábitos alimentarios y es importante que estos sean saludables desde el nacimiento. Por ello, la alimentación del niño debe cumplir un triple objetivo:
- Cubrir las necesidades y plásticas que permitan un crecimiento y desarrollo normales.
- Evitar carencias y desequilibrios entre los distintos nutrientes.
- Contribuir a prevenir una serie de enfermedades del adulto relacionadas con la nutrición.
La alimentación en el primer año de vida pasa por tres estadíos o períodos y la tasa por la cual cada lactante progresa a través de estos debe estar determinada por su curva de crecimiento y por el estado de maduración del aparato digestivo, del renal y del sistema nervioso.
- El primer período es el de “lactancia exclusiva”.
- El segundo período es el de transición o de introducción de la “alimentación complementaria”, también llamado destete, “weaning” o “beikost”.
- El tercero es el de “ adulto modificado”.
El período de preescolar y escolar se caracteriza por un crecimiento lento y estable, por la progresiva madurez biopsicosocial. Por lo que se refiere a los hábitos alimentarios, es de destacar que en este momento se han adquirido las habilidades neuromotoras que permiten que un niño coma solo, utilizando cada vez instrumentos culinarios más complejos e incorporándose totalmente a la mesa y a la comida del adulto.
En cualquier época de la vida, la alimentación debe aportar la energía, los nutrientes y componentes bioactivos necesarios para el mantenimiento de una buena salud. En este período es necesario promover la adquisición de conocimientos, potenciar habilidades y destreza y favorecer hábitos saludables como la alimentación y el ejercicio, ya que sus efectos van a perdurar en el tiempo.
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