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Ejercicio y embarazo breve recorrido a lo largo del tiempo

          La tradición y cultura de algunas sociedades asocian el embarazo con un cuidado y sobreprotección de la mujer. Una buena parte de estos consejos se han centrado en el tipo, duración e intensidad de actividad física desarrollada durante la gestación.

 

         Desde hace mucho tiempo se ha relacionado el buen embarazo y el parto sencillo con el ejercicio físico, en el siglo III a.C, por ejemplo, Aristóteles atribuyó ya los partos difíciles a un estilo de vida sedentario. En el Éxodo capítulo 1 versículo 19, dice ''...las mujeres hebreas no son como las damas egipcias; son muy vitales, y dan a luz antes de que las comadronas acudan a ayudarlas'' (Vaughn J. en: Aríal, Wiswell & Drinkwater, 1991).

 

         En el siglo XVIII los médicos solían estar de acuerdo en las ventajas ofrecidas por la actividad física durante la gestación, en 1778, James Lucas, un cirujano de Escuela de Enfermería General Leeds de Inglaterra, presentó un escrito en el que aconsejaba realizar ejercicios físicos durante el embarazo. Durante la época victoriana predominó un enfoque aún más limitado y paternalista sobre las mujeres y su salud y, evidentemente, sobre las mujeres embarazadas en particular.

 

          Hasta hace unas décadas se aconsejaba a las embarazadas disminuir su actividad especialmente en las últimas semanas de embarazo. Durante las décadas de los cuarenta y los cincuenta, la balanza se inclinó a favor del ejercicio físico moderado. Se comenzó a aconsejar una dosis media de ejercicio para todos como un beneficio para la salud. En los años setenta, se produce uno de los fenómenos sociales de nuestro siglo en relación con el ámbito de la salud: el fitness. Este fenómeno se extendió hacia el campo de la gestación y en los años ochenta proliferaron programas de clases especiales de ejercicio físico para embarazadas prometiendo grandes beneficios que en muchos casos no se ajustaban con la realidad.  

A esto debíamos añadir la actividad laboral de la gran mayoría de las gestantes, producto de la "incorporación de la mujer al mundo del trabajo".

 

          El ejercicio físico como parte integrada en nuestras vidas, especialmente cuando hablamos de una “vida saludable” se hace difícil no incluir la actividad física como un agente que mantenga ese nivel de vida placentero que toda gestante persigue.

 

          Tradicionalmente, las recomendaciones estuvieron basadas más en cuestiones culturales y sociales que en evidencias científicas (Sternfeld et al., 1995. Sternfeld, 1997). Pero los tiempos han cambiado. En enero de 2002, el Colegio de Obstetras y Ginecólogos de los Estados Unidos (ACOG) dio a conocer sus nuevas recomendaciones para el ejercicio durante el embarazo y el postparto. Hoy es muy común practicar gimnasia durante el embarazo. A menos que exista una razón médica para evitarlo, las mujeres embarazadas pueden y deben hacer ejercicio moderado por lo menos por 30 minutos todos o casi  todos los días. El ejercicio puede ayudar a las mujeres a sentirse mejor y llegar al parto de forma saludable.

 

África Sánchez. Matrona, HGU Alicante